lunes, 23 de enero de 2012

Ciclos

La vida está llena de ciclos, ella misma es uno. Para que se mantenga en constante movimiento, y no se estanque en la mediocridad, siempre es necesario cerrar algunos. En algunas ocasiones, precisamos hacerlo nosotros; en otras, alguien más lo hace.

Es triste cuando no se tiene el valor para afrontar las situaciones adversas, cuando se piensa que lo mejor para las partes involucradas es hacerse a un lado, y abandonar ese vericueto que ambos acordaron recorrer juntos, excluyendo toda posibilidad de reacción de aquel que se queda solo, desamparado y sin el cálido abrazo protector que permeaba aquellas tormentas que solían presentarse durante el recorrido.

Duele reafirmar que, en efecto, “nada es para siempre”. Es verdad. Nada en esta vida es permanente. El dolor, el odio,  el amor… todo tiene un punto de partida y un final. El principio siempre es placentero, bello. ¿Y qué sucede cuando llega a su fin? Llanto, ira, temor… resignación, aceptación y… de nuevo, el comienzo.

Comenzar es difícil, sobre todo cuando tantas palabras se quedaron anudadas en la garganta; cuando todos esos “te amo” y “te extraño” se enredan entre sí y provocan una sensación cercana a la muerte; cuando se quiebran esas alas de cristal que elevaban hasta lo más alto del infinito; cuando tantas lágrimas nublan la visión; cuando tantas ilusiones se esfuman y se confunden en la bruma de ese maldito fin.

A pesar de todo el sufrimiento que conlleva el término de algo que fue realmente significativo en la vida, siempre, aunque tarde, llega el consuelo y la aceptación. Hay que afrontarlo y no permanecer cabizbajo. Llorar hasta que el cansancio llegue y con él, el sueño reconfortante. Maldecir también podría ayudar, pero no es más que un engaño hacia uno mismo.

Pero, lo único que haré es… llorarte, llorarte, llorarte hasta quedarme dormida para despertar de este mal sueño; abrir los ojos y ver tu apacible rostro frente al mío, tan tranquilo, tan… tú. Abrazarte y acurrucarme en tu cálido regazo, y no permitir que nunca llegue el sueño es mi forma de volver eterno ese instante.

Te amo Alejandro.





lunes, 18 de abril de 2011

...

A veces no sé qué sentido tiene pensarte, quererte,
crearte y recrearte en mi mente...
de cerrar los ojos para así embriagarme con ese ensueño que eres...
caminar a ciegas;
de darle color a mi amor y obsequiártelo cada noche,
que mis formas sean las únicas que se acomoden a esas manos
con las que coges mi mundo y lo haces tuyo,
de que seas mi primer pensamiento en el perenne ciclo de la existencia.
Si, al final de cuentas, no te importa...
no te importa si te llamo en mis sueños, 
si abrazo con nostalgia tu recuerdo.
Y lloro, 
grito tu nombre
con esta mi voz que desgarra el viento.
Pero nunca me oyes.
Y me quedo confusa, absorta...
en silencio, urdo una manera de matarte;
imposible: tu luz aún me envuelve,
y me atrapa, 
y me guía dentro de la penumbra de mi alma.

miércoles, 26 de enero de 2011

La canción de la leña verde


"Madre mía, cuando yo me muera entiérrame a donde el día no sopla, si alguien te pregunta ¿por qué llorás? contéstale “la leña está verde y su humo me hace llorar”. 
           Ya no me la sé toda, nicacamuztla tlipitlizta clicatlezoca ihuampulli nicutia… y le falta más, ta bien bonita, nomás que ya no recuerdo yo todo eso…yo me lo enseñó un maestro, que ya es difunto que se llamó Marcelino, de San Pedro, eso nos lo enseñó en la escuela… es una recitación. Decía él que el se aprendía todo eso, sacaba puntos y ya pasaba. Pertenece a una pero ya no me acuerdo… ya no me acuerdo, pero es de la Revolución namás que ya no me acuerdo, ya no me acuerdo. 
          Tiene una historia pero pus ya… le digo que si viviera ese maestro, y yo orita juera capaz de ir a verlo y sabe qué y así y así, necesito esto, quiero que me lo apunte… pero ya dios lo recogió y ya no se puede. Le enseñé a una sobrina, a una ñeta, le enseñé eso… nooo, todo el salón, todos los maestros le aplaudieron, le dijeron “no ps qué bonito ¿dónde lo aprendistes?” “no pues me lo enseñó mi abuelito” “y quién se lo enseñó” “pues su maestro”.

(anécdota contada por el señor Luis Aceves Mejía, San Pablo Oztotepec, Milpa Alta, junio 2010)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Repaso

30 de diciembre de 2010, jueves. Mañana es el último día del año. Además de los típicos festejos anuales, muchos comienzan con la elaboración de los propósitos a cumplir en el ciclo próximo que pronto iniciará. Nunca me he hecho propósito alguno; me parece absurda la idea de que el cambio de año sea el aliciente para que alguien se anime a renovar su vida: el deseo de reinventarse debe de nacer en cada instante de la existencia misma.

           Quizá mi único propósito sea terminar mi tesis. Eso es lo que realmente me preocupa en estos momentos... he desaprovechado mucho de mi tiempo en asuntos que, a pesar de tener trascendencia dentro de mi vida, no me han dado satisfacción alguna. El resto de los propósitos me los iré planteando conforme pasen los días y según se presente la ocasión.

            Prefiero hablar de lo que sí logre y no me propuse durante el conteo de las doce campanadas de 2009. Lo más importante es que cumplí el sueño de todo estudiante y nóvel investigador: presentar una ponencia ante un público especializado. 18 de agosto fue la fecha (a seis días de mi cumpleaños número 25)  y Taxco el lugar, estaba realmente nerviosa ¡me sudaban las manos! (a mí nunca me sudan las manos). Un día antes ensayé la lectura y traté de suprimir los datos menos importantes, cosa que no logré: TODO era importante (más tarde me di cuenta de que no); comencé mi lectura con notable nerviosismo, pues no sólo estaba ante mi jefe y asesor, sino ante el dirigente de la Coordinación Nacional de Antropología (CNA) del INAH, institución que financia mis investigaciones y que, por lo tanto, espera aportaciones importantes dentro de la disciplina correspondiente, en mi caso, la de Lingüística, por lo que era deber mío contribuir al estudio de la dialectología del español en México, caso específico, el estado de Guerrero. Tal vez mi investigación no fue enorme, pues me enfrente a demasiadas limitaciones: los viáticos eran escasos (casi nulos), el corpus reunido era mínimo y las poblaciones trabajadas no representaban realmente el problema analizado (oh, olvidé mencionar que mi investigación giro en torno de la descripción del léxico de origen africano que persiste en las ciudades de Iguala, Taxco y Tepecoacuilco), pero la lectura previa ante mi jefe-asesor-profesor-amigo-colega-segundo padre y sus posteriores palabras de reconocimiento y felicitaciones, me hicieron sentir segura. Recibí aplausos al final de mi lectura y una posterior charla con el coordinador (y también lingüista) , Francisco Barriga Puente, y con una notable historiadora (Teresa Pavía) sobre mi tema.

             ¿Realmente aporté algo? yo pienso que sí. La población afromexicana en México ha sido muy poco estudiada, la mayor parte de las notas existentes giran en torno de la historia y antropología, pocos son los datos sobre la lengua. Lo que analicé fue una pequeña porción de un grupo minoritario en la entidad y estoy segura de que un corpus más amplio y una extensión de la zona estudiada, dará luz a vacíos que quedaron en mi escrito y que necesitan una explicación más profunda. Fue la mejor experiencia de mi vida y la que más feliz me ha hecho.

         Hace unas semanas, se entregó el resultado de año y medio de esfuerzo, igual dentro de la CNA: una bibliografía comentada y dos volúmenes de una antología, todas relacionadas con la lingüística hecha sobre Guerrero. Me sentí realmente orgullosa al ver impresas ambas obras: orgullosa de Martín (mi compañero de trabajo y ahora, rival a vencer jeje) y de mí (ciertamente, más de mí jeje). No sé qué nuevo proyecto en el INAH venga en este 2011... sigo a la expectativa.

        Otro logro más fue la recopilación del corpus base de mi tesis, la cual será conjunta (o por lo menos, esa es la idea) Fue realmente dificil, extenuante y hasta fastidioso recopilar y transcribir horas y horas de entrevistas que serán la base de la investigación. Pero, por fin, ahí están, esperando a ser analizadas.

        Tuve la oportunidad de dar clases a jóvenes recién salidos de la pubertad (según). Fue díficil manejarme ante tres grupos totalmente distintos: los apáticos, los rebeldes y los que sí estudian. Obviamente el tercero fue mi favorito: era realmente gratificante ver que mis noches de desvelo y horas invertidas en la preparación de las clases y actividades, agradaban, interesaban y ayudaban a los chicos (el grupo estaba formado por unas ocho chicas y tres varones); era la recompensa a los múltiples hartazgos experimentados con los otros grupos. Aprendí algo: uno como alumno nunca valora la labor del educador, rara vez se pone a pensar en lo mucho que éste sacrifica para exponer ante los educandos la teoría que da forma a la preparación intelectual y formativa de éstos. Muchos nos saltamos la clase o nos divertíamos escribiendo notas en los cuadernos del compañero de al lado (yo lo hacía) mientras el profesor hablaba y hablaba... ahora me tocó hablar y hablar mientras observaba las mismas actitudes. Dar clase no es lo mío... aunque tal vez me anime a repetir la experiencia.

        Mis logros profesionales fueron muchos. Los personales no tanto. Mi regalo de año nuevo fue el anuncio de una enfermedad que si bien no es mortal, sí es para preocuparse. Luego vino la rotura definitiva con quien había sido mi pareja no oficial durante muchos años de mi vida: lloré mucho, lloré y lloré hasta que mis ojos terminaron por hincharse. La aparente indiferencia hacia la situación era mi mejor arma, pero la tormenta interna continuaba. Lo extrañé cada segundo, minuto, hora... día y noche añoraba los momentos vividos y nuevamente las lágrimas hacían su ya normal recorrido desde mis ojos hacia el infinito. Su partida me dolió. Ahora, sólo lo recuerdo de cuando en cuando.

        Amores fugaces tuve... y sólo dejaron en mí un vago recuerdo de satisfacción. Hace poco conocí a "alguien distinto". Al principio no me causó el menor desasosiego,  pues en mí aún reinaba la incredulidad respecto de los sentimientos de afecto que mi persona pudiera provocar en alguien más: después del catastrófico descenlance amoroso, decidí vacunarme contra el amor. Conforme pasó el tiempo y fiel a mis enamoramientos fugaces, pasó de ser "él" a ser "Él". Dejando de lado a la persona de la que hablo, reconozco que es lindo querer y encariñarse con un sentimiento distinto al que normalmente se experimenta con amigos. Esta nueva sensación es bella, gracias a ella me doy cuenta de que al final de cuentas, también soy humana y que al igual que todo ser vivo, necesita sentirse especial. Me sentí especial un tiempo... pero ahora me doy cuenta de que lo he echado a perder. Hay veces en las que siento que no soy una persona que pueda ser amada.

         Pero lo que no he fastidiado con mis obsesiones y enajenamientos, son mis amistades. Alegrías, risas, llanto, fiestas, borracheras, momentos de lucidez... de todo ha habido. Lo mismo pasa con familiares; pocas veces son las que convivo con primos y tíos, este año tuve la oportunidad de hacerlo y fue lindo.

        Entonces, no me queda más que esperar a que la vida continue y con ella siga mi camino y evolucione junto con ésta. No sé qué pase en los próximos meses, pero sé que todo puede mejorar. Después de todo, el estar bien o no, está en mis manos.
        
      

martes, 28 de diciembre de 2010

momentos de... lo que sea

Estoy aburrida... debería estar haciendo cosas más productivas que poner tu cara en cuerpos mameyes (o la de mi amiga jaja) es divertido... pero no quiero hacerlas. Tal vez mañana... pero el "mañana" nunca llega... espero que algún día me alcance.

Me dieron ganas de escribirle a alguien... y el primero que me vino a la mente fuiste tú. Éso no me gusta, no es bueno, porque me recuerda cuánto te extraño... y no me gusta extrañarte... pero lo hago y es frustrante porque no te puedo tener... y no puedo tener porque te siento cada vez más lejano...

Hoy, como últimamente me ha pasado, me desperté (bastante tarde, por cierto) con un deseo enorme de verte, de escuchar tu voz... mi mano toma el teléfono, busca tu número (que de tanto verlo, ya casi he memorizado) y está a milímetros de presionar la tecla verde, ésa que sirve para conectar la llamada. Pero me aguanto las ganas... porque sé que tal vez no contestes y entonces no pueda escuchar tu "¡hola!", así que prefiero no hacerlo.

Y así paso el día... oyendo música... mucho de death metal, otro poco de heavy, algo de melodic y j-pop... entre mi repertorio general tengo "Ny batteri" (así se escribe?) y "Hoppipolla" que logran que me acuerde aún más de ti, pero ninguna como la veintiúnica rola de Arcade Fire que captura mi atención (lo siento... el resto de sus canciones me suenan igual ¡changos!): "Rebellion (lies)" y es gracioso, pensé que la que lograría éso sería la de Andrew Bird "Fake Palindromes" porque ésa fue la primera que me compartiste (de todas las que he escuchado, "Skin is, my" ha sido la que más me ha agradado); sí, lo recuerdo, fue la segunda vez que estuve en tu casa y estabas emocionado porque por fin tenías el disco ("The mysterious production of eggs" por qué se llama así???) fue lindo ver tu cara de felicidad, tu sonrisa.

Y es aquí cuando me doy cuenta de que no he podido compartir contigo tantos momentos, gustos y alegrías como tú lo has hecho... no sé porqué no ha sucedido; de alguna extraña razón me siento intimidada por tí... creo que éso es lo que me cohibe. Y éso me causa muchos conflictos.

¿Te fijaste? escribí líneas arriba "Hoy" refirièndome al lunes, cuando ya es martes... debió haber sido "Ayer"... mi escrito es atemporal... todos los días son como "Hoy".

Jeje... se supone que sólo escribía para saludar... pero, de alguna forma, me sirvió como desahogo... y me voy antes de que me termine de "quemar" ¡¡¡jaaaaa!!!

Cuídate mucho... espero verte pronto. Te extraño... y más que éso...
 
Para Ángel

sábado, 25 de diciembre de 2010

Gracias



Tengo miedo
Miedo de la vida y miedo de la muerte.
Miedo de la muerte 
porque no volveré a ser el mismo;
miedo de la vida 
porque por primera vez seré yo.
Hay más de mil formas de decir lo mismo,
pero ninguna tan bella como la primera.
Excepto, tal vez, la última.

Sesiones bajo la luna llena


Nunca he sabido expresar mis sentimientos porque no quiero volverme vulnerable, porque no quiero que la muralla que he construido en estos años y que me protege del dolor, se desmorone y exponga mi alma desnuda al mundo...  ya no quiero llorar.

Por eso escribo.

Por eso me escudo y me sobreprotejo detrás de esta nueva barrera, a través de la que me siento libre de gritar quién soy y qué es lo que siento.

Pero hoy no quiero gritar.

Sólo quiero agradecer a la vida por poner en mi camino a una maravillosa mujer que ha estado conmigo en los momentos más fríos, tristes y crueles de mi existencia, a alguien con quien he compartido mis más torcidos secretos, y con quién nunca he inventado sonrisas porque ella las hace nacer, a esa mi hermana perdida con la que me reencontré en esta vida.

A los seres que me trajeron a este mundo, quienes no entienden que entre el blanco y el negro está el gris.

Al otrora amor que me hizo sentir plena y por el que descubrí que en verdad el verdadero amor lleva en sí mismo su recompensa... y que ni la indiferencia con la que me alejó de él acabó con lo que fui capaz de construir dentro de mí.

Al nuevo amor que ha llegado; ése que nace con el día en mi pensamiento y muere por la noche en mis sueños para renacer con una nueva luz al día siguiente; ése con el que añoro compartir más que besos y caricias y que me hizo ver que los ángeles en verdad existen... y cuyo fugaz interés e indiferencia fomentados por mi inicial desinterés me devora por dentro.
A la vida misma por mantenerme dentro de la línea de batalla dentro de mi lucha interna y que me empuja a seguir en este juego.










Recuerdos de papel

Hoy me siento cansado...
como el vampiro que descubre que la inmortalidad es algo cuyo resplandor pasa con el tiempo 
conforme pierde a los seres que ama; 
y triste y decepcionado por tanta pérdida, añora la muerte... 
hasta que vuelve a enamorarse.

Sesiones bajo la luna llena


Transcribo esta cita de uno de los cuadernos que en antaño solía usar como diario; la fecha que encabeza mi entrada es del 12 de diciembre de 2005. Han pasado cinco años. En ese entonces estaba en tercer semestre de la carrera (creo), aún era virgen y todavía no se me descarrilaba el tren... y tal vez en ese tiempo no le daba la importancia necesaria a todos los datos que debo tomar en cuenta cuando hago citas... no apunté de quién es o de dónde la copié, sólo recuerdo que fue de un libro con el que me topé por mera casualidad en los estantes de la Biblioteca Central mientras buscaba una lectura para disfrutar y distraerme en vacaciones. Pero creo que ni apuntar bien el título supe hacer, porque ahora que busqué la referencia en la base de datos de esa biblioteca, se le marca como inexistente... maldición.
          Escribía en esos diarios desde que estaba en la primaria. Recuerdo que compraba cuadernitos y que los forraba con papel celofán o con uno metálico, me gustaba cómo se veía el rojo. Mi hermano veía mis libretitas y veía que escribía en ellas. Él era el único que me regalaba cosas en mi cumpleaños. Uno de los presentes que más recuerdo y que aún conservo (sin que él lo sepa) es una especie de cajita para que en ella las guardara; él mismo la hizo con pedazos de pastas de cuadernos viejos y diurex. Nunca la usé porque era muy frágil y no quería romperla. Otro regalo que hizo con sus manitas (sí, eran lindas... me gustaba tocar sus deditos cuando dormía y sentir su calor... era realmente tierno; ahora son más grandes que las mías y ni por error nos tocamos ¡asco, asco!) fue un Pikachu dibujado y coloreado por él (desde entonces ya amaba dibujar) y tenía una base hecha con palitos de paletas que hacía que permaneciera en pie... nunca lo recibí porque nos peleamos. Creo que lo rompió.
          Por más que trato de hacer memoria, no lo logro. No sé qué es lo que mi mente púber y perturbada ordenaba a mis manos plasmar en esas hojas. Dudo que fueran asuntos relacionados con amigos. Nunca tuve amigos, siempre fue la típica niña retraída y tímida que no hablaba con nadie y que nadie hablaba con ella; teníamos dos recreos de media hora cada uno y no me gustaba porque sentía aún más el peso de la soledad. No tengo ningún lindo recuerdo de esa etapa de mi vida. No hubo día en el que no llorara o pensara en la muerte. Un niño nunca debe pensar en la muerte. Lloraba y mis compañeros se reían. Lloraba y mis maestros no me hacían caso. Lloraba y mis papás me decían que me callara. Lloraba y parece que las hojas de aquellos cuadernos me escuchaban atentos y secaban mis lágrimas. No coservo ninguno de esos cuadernos. Quizá porque ilusamente pensé que al deshacerme de ellos, se iria el dolor. Y no. 
          Lo que sí conservo son las experiencias vividas en el CCH. Al leer lo escrito, vienen a mi mente instantes que por su fugacidad ya había olvidado. Y sonrío. Y a veces lloro. Y recuerdo con una sonrisa lo que me decían mis amigos (sí, hasta ese momento supe lo que eran y lo que se sentía tener uno): "vas a ser escritora y vamos a esperar tu primer libro". Nada más alejado de la realidad. Augusto Monterroso dice que escribir es un arte y que su medio de expresión es el lenguaje. Amo el lenguaje, pero no me considero una artista, denigro el concepto.
          En la universidad, siempre llevaba conmigo mi cuaderno. Escribía en él lo que me pasaba en ese preciso instante, lo que pensaba y por fin, me sentí con la libertad y confianza de compartirlo con alguien. Como yo, la forma en la que me expresaba evolucionó. Dejé de hablarme sobre amores fugaces y comencé a preocuparme por la vida, por la forma en la que estaba viviendo y por el futuro. La última entrada de mi diario es del 23 de junio de 2007. No he vuelto a escribir en un diario desde entonces. Todo recuerdo se queda en mi mente, con la esperanza de no formar parte de mi olvido cotidiano. Creo que es un buen momento para retomar una buena costumbre que comencé desde antes de saber que dedicaría parte de mi vida al lenguaje.